domingo, 24 de agosto de 2008

Conclusiones del verano: Prólogo



Bueh, ha sido un largo hiato, producto de la hemorragia de responsabilidades por las cuales me pagan. Sin embargo creo que, en el fondo, y como diría cualquier budista que se respete, las cosas han sido como deberían ser, en especial porque el verano cinematográfico del 2008 ha resultado tener tanto de que hablar que, francamente, hacerlo de la manera tradicional a la que los tengo acostumbrados hubiera resultado terriblemente desacertado.

Si el párrafo anterior los dejó algo confundidos, tengan en cuenta lo siguiente: las películas de los últimos tres meses han hecho que redefina mi conteo de 10 películas favoritas al menos dos veces. Definitivamente da qué pensar, y es por eso que, habiendo tantos filmes para reseñar, he decidido mejor someterlas a comparación entre sí dependiendo del género, para así explicar mejor cómo fue que una superó a la otra en mi ranking.

Así que pendientes a la semana que viene. Les contaré cómo se puede cambiar de opinión unas treinta veces en unas pocas semanas.

miércoles, 18 de junio de 2008

1408 razones para quedarse en casa

Puede que hiera susceptibilidades con lo que voy a decir a continuación, pero ABORREZCO las obras de Stephen King. El pseudo-rey del terror gringo no ha hecho sino arrancarme bostezos con sus historias, y he perdido bastantes minutos de mi vida con sus insufribles historias sobre niñas de mirada incendiaria, idiotas que abusan de camposantos malditos y psicópatas amantes de las novelas rosa (con la gran excepción de La Milla Verde, por supuesto, donde se olvidó un poco del malogrado género del horror y eso le valió haber escrito la mejor novela de su carrera, en mi opinión).

De lo anterior se deduce que caí en una proyección de 1408, una adaptación de una de sus historias cortas, por puro accidente. ¿Qué me iba a imaginar yo que la corroída mano de King había escrito la espina dorsal de tal somnífero? Todo por no conseguir entrada para ver la que quería en principio. Es así como les relato mi agonía.

Hay dos cosas que se medio salvan de esta película, para empezar con algo positivo, y son las actuaciones de John Cusack y de Samuel L. Jackson, y la calidad de la dirección. Un tal Mikael Håfström es el director, y algo que sí me gustó mucho fue la estética que le proporcionó a las escenas, especialmente a la habitación embrujada que no había sido modificada por años. Claro, el buen trabajo de fotografía se pierde porque no está sustentado en una trama sólida, pero, bueh... tenía que decirlo, para no hablar sólo de lo malo.

Michael Enslin es un personaje perfecto para Cusack, por la cara de fastidio infinito que le pone a un papel que se supone pesimista y cínico. Hacer vida escribiendo sobre psicopatologías alucinógenas ajenas debe dejar así a cualquiera. Podría ser un papel aún más interesante, pero el guión es limitadito y qué se hace.

El señor Olin, el gerente del hotel, es un tipo que se asume correctísimo. Un caballero presto a cumplir con su rol de responsable de un edificio con un mal secreto. Samuel L. Jackson parece haber aprendido mucho en su rol del maestro Jedi Mace Windu, por la solemnidad con la que se puede imponer en la pantalla cuando le da la gana, aunque Olin tiene mucho más sentido del humor que Windu.

Los demás personajes cumplen su función de relleno a cabalidad. Las maldades de quién sabe qué entidad demoníaca (porque nunca te enteras qué demonios pasaba en el cuarto 1408 para que todas esas cosas pasaran en un principio) son ocurrentes algunas, predecibles al punto del cliché otras, y algunas son realmente estúpidas. La forma en que todo se resuelve es también una señal que indica a quién pertenece la pluma de la obra originaria. Una cosa tan blanda como un melón piche, esta oda a la mala atención hotelera.

En fin, que a la final sí siento miedo cuando se trata de Stephen King; miedo al insoportable tedio que padezco cada vez que me enfrento con alguna de sus retrasadas creaciones.

Mi puntuación: dos estrellas de cinco.

Si te gustaron Misery, la serie de Cementerio de Animales, o Cazador de Sueños, primero, no entiendo cómo te atreves a salir a la calle sin una bolsa en la cabeza, y segundo, te va a encantar 1408.

domingo, 8 de junio de 2008

Jumper salta a todas partes, menos al final

Cuando Star Wars salió en 1977, no solamente se les dio a las masas geek y no tan geek del planeta un objeto de culto y reverencia; también se creó algo completamente nuevo para el medio: la franquicia de cine.

Lo admito: es verdad que ya ántes habían habido series de películas, y los filmes de monstruos clásicos y las secuelas de Psicosis y de El Planeta de Los Simios (sacando por supuesto la reinterpretación kitsch de Tim Burton) son algo así como la prehistoria de esta tendencia, pero La Guerra de Las Galaxias fue pionera en eso de ser filmanda pensando a futuro hacer al menos dos películas más como continuación.

Total que estas malas costumbres no solo han perdurado con el paso de los años, sino que la cosa ha como que mutado, y ahora nos encontramos en un momento en el que muchos largometrajes quedan medio mochos con esa excusa. Y es riesgoso, porque quienes invierten dependen mucho de que la primera sea un exitazo para poder seguir contando la historia en nuevos filmes. Ya fui testigo de un triste fracaso con Una Serie de Eventos Desafortunados, serie que de verdad quería ver completa, y puede que Jumper corra con la misma suerte.

En Jumper, se intenta establecer nuevamente la premisa de la guerra secreta entre dos bandos a lo Matrix, ésta teniendo más bien sus raíces en la era medieval. David Rice descubre en su juventud que tiene la habilidad de transportarse a voluntad al sitio que desee, y esto lo hace blanco de una organización milenaria que trata de asegurarse de que no existan personas con tal poder.

El papel de David lo hace Hayden Christensen, el chamo que le dio un rostro a Darth Vader bajo esa inolvidable máscara negra. Me parece que este papel le queda bastante mejor que el de Anakin Skywalker, ya que no se supone que sea un héroe de leyenda caído. El personaje, además, está bastante traido a la tierra, porque las cosas que hace inicialmente son justamente las que haría cualquier ser humano con un 10 por ciento menos de la carga moral de Superman.

Como hace falta un némesis para David aparece Roland Cox, un fanático religioso que dispone de grandes recursos para su cacería humana, y es interpretado por uno de los actores de moda, Samuel L. Jackson, quien definitivamente ha crecido enormemente desde su conversación con John Travolta en Pulp Fiction. De lo mejor que tiene esta película, porque esa actitud de bad guy obsesivo le luce, con todo y su cabello a lo Dennis Rodman.

Y sacadita de la novelita de televisión The O.C., tenemos a la chica del anti-heroe: Rachel Bilson haciendo de Millie, quizás la interpretación con menos gracia y el papel más débil de todos. La verdad me resultan muy poco creíble las reacciones de alguna mujer ante las situaciones que se le presentan en esta historia, así sea una tonta post-adolescente norteamericana y así tenga el teen crush que tenía con David. Linda estrella, mala intervención.

El resto de la película es una entretenida persecución global, donde podemos identificarnos plenamente con el protagonista. "Cómo quisiera tener ese poder", "cómo me gustaría ir a Hawaii, Melbourne o El Cairo con sólo pensarlo" son frases que no dejan de rondar la mente de cualquiera que tenga sangre caliente corriendo por sus venas. La fotografía es impresionante, el argumento es más o menos sólido, y el esfuerzdo del rodaje es evidente. ¿Saben lo difícil que debe ser trasladarse a 20 ciudades en 17 países para filmar una película de calidad? Y el resultado no es nada malo, en mi opinión.

Lo que me lleva al tema con el que comencé. Ésta es una de esas películas sin un final definido, sin la respuesta a muchas preguntas que seguramente sí aparecen en la novela original de Steven Gould, y por sobre todo con el firme propósito de sacar otros Bs.F. 32 en entradas de mi bolsillo para ver qué pasó después. No me molestaría si es parte de la narrativa, pero cuando la cosa se vuelve una maquina de hacer churros, ahí sí me molesta.

Mi puntuación: tres estrellas y media de cinco.

Si alucinaste con la serie de películas de X-Men y con los episodios II y III de La Guerra de Las Galaxias, puede que te guste Jumper.

viernes, 23 de mayo de 2008

Horton: un elefante que no está tan tostado como parece

Desde la época aquella en que la gente se rió con ganas de un tipo llamado Walt Disney por tener la descabellada idea de hacer un largometraje de dibujos animados han pasado muchos años y miles de millones de cuadros de animación. Y si me preguntaran cual ha sido el cambio más radical desde el estreno de Blancanieves y los Siete Enanos, yo no hablaría ni de los gráficos por computadora, ni de las tramas... ni siquiera hablaría de las cantidades industriales de animados que nos meten por las retinas todos los años. Yo diría que el cambio más violento ha sido el público, ni más ni menos.

Y es así. Quien recuerde su infancia, podrá rememorar esos interminables llantenes a los que uno sometía a sus padres para que lo llevaran a ver el largometraje de comiquitas recién estrenado. Para los adultos era así como que un deber medio fastidioso. Una tarea más de ser padres, o tíos, o novio de chama con hermanit@ pequeñ@.

Hoy en día, somos MILLONES los adultos que nos acomodamos en las salas cada vez que sale una película animada. Y yo que tengo la suerte de no haberme reproducido aún voy sin ningún crío que cuidar. Todo por voluntad propia. Algo impensable de cualquier mayor de edad hace cincuenta años. Y no es sólo por los momentos para adultos en las comiquitas. Es porque uno puede encontrarse con joyas de la narrativa como Horton y El Mundo de Los Quién.

Basada, como muchas otras adaptaciones, en un libro infantil del Dr. Seuss, me senté en la butaca esperando un montón de situaciones tan absurdas como hilarantes, y la verdad los estudios Blue Sky no solo no me defraudaron, sino que se lucieron al sobrepasar la obra originaria en cuanto a la textura de un mundo de fantasía que uno consigue palpar con sentidos que no sabía que tenía. Desde las caricaturescas selvas hasta los suburbios de Villa Quién, todo es como un dulce, pero no empalagoso, postre para la vista.

Y ni hablar de los personajes. Horton el elefante es un alma libre que convive con la responsabilidad autoimpuesta del deber. Da gusto y envidia verlo nadar en las aguas del río, y produce una nada modesta solidaridad cuando se dedica tan a fondo a la tarea de ser el salvador de una civilización que nadie más sabe que existe. El Alcalde, esa suerte de político de cuentos de hadas, corre de un lado para otro no solo como un funcionario público con una gran cruz minúscula sobre su nuca, sino como un padre devoto que desea ver sus sueños panternales materializados en su vástago, Jo-jo, quien pareciera ser el representante en esa película de esa misteriosa raza suburbana conocida como los emos.

Los villanos no se quedan cortos. Cangura puede tacharse de vil, pero parece ser una madre excesivamente preocupada por el bienestar de los hijos, y ¿quién no ha conocido viejas así? Y también está el representante de los matones a sueldo del mundo animal bajo las plumas de Vlad, el buitre. Como tal, se desvive por hacer que su reputación sea más grande incluso que su despensa.

La historia de heroísmo a la gringa que respalda todos estos elementos no es más que eso, es verdad. Claro, no perdamos de vista la realidad de que hablamos de un cuento escrito por el autor de Cómo el Grinch se Robó la Navidad. Los elementos de sufrimiento y redención que caracterizaron a la obra de Seuss están ahí. pero es tan sabroso volver a escuchar un cuento cuando te lo cuentan como es debido, que la experiencia alucinante resulta prácticamente inalterada.

Eso sí les digo: si después de ver Horton y El Mundo de Los Quién les da por escuchar vocecitas desde alguna clase de flor, necesitan ayuda profesional.

Mi puntuación: Cuatro estrellas y media de cinco.

Si te gustó Horton, puede que lo pases bien con El Grinch, El Gato y la saga de La Era del Hielo.

miércoles, 16 de abril de 2008

El Amor en Los Tiempos del "Cholera"

La siguiente es una reseña sobre la pelicula El Amor en Los Tiempos del Cólera, de la bloguera invitada Marginette Pulido.

Muchos conocemos la hermosa historia de Fermina y Florentino en la novela de Gabriel García Márquez, que le dio no solo muchas ventas, sino el tan ansiado Premio Nobel en el año de 1982 (si aún no sabe y no la ha leído, un poco de literatura latinoamericana no le haría daño). Pero, como lo que queremos en este blog o la razón por la que me invitaron a escribir acá, es hablar de la película, vamos a olvidarnos del libro por unos instantes bien sustanciosos y pongámosle atención a las cosas que hacen posible una película.

No creo y nunca he creído que una película sea mala o buena porque se parezca más o menos al libro. Soy escritora y también se cómo se hace una película - ardua tarea - pero si queremos analizar o ir a ver una película como por ejemplo Harry Potter o El Señor de los Anillos debemos olvidarnos de que antes fueron libros. Y eso traté de hacer. Fijarme en las actuaciones, la fotografía, los diálogos, las imágenes que nos muestra el director que al final es su lenguaje y como creación debe respetarse.

En cuanto al lugar dónde se rodó: Cartagena. No hace falta opinar mucho, es allí donde Gabo colocó la historia en su novela, y es allí donde se debió rodar, gracias damos porque la zona se conserva tal cual la época. No hay que hacer un gran esfuerzo para embellecer una película con semejantes paisajes, que definitivamente le dan a la película la atmósfera perfecta de romanticismo, soledad, espera, desasosiego, etc. El lector no alcanza a imaginarse en el libro todo lo que encierra la historia a través de sus paisajes, pero la película que maneja la imagen te lo muestra. Aunado a eso la voz de mi querida SHAKI, mientras el tiempo pasa acompañando esas imágenes y que más abajo hablaremos de ello.

No me gusta tampoco hablar, como hacen ciertos periodistas de farándula, del cliché comentarista que se lee o se escucha de esta manera: ACTUACIONES IMPECABLES. ¡Por Dios! No. Jamás en mis clases de teatro escuché decir al director: “Hoy chicos nos toca una materia llamada ‘Cómo hacer para actuar impecablemente’”. Y si en la materia de cine en la universidad alguien se atrevía a poner esa frase en su ensayo semanal, podían ponerle un cero y rompérselo en la cara. No diré quién estuvo mejor o peor; con el sólo hecho de que hayan sido actores latinoamericanos y de Colombia (la gran mayoría) el film tiene un mérito enorme. Eso me encantó. No importa el “inglés costeño” que se escuchaba, aunque hubiera preferido el castellano al lenguaje universal hollywoodense, pero, bueno, “quien paga manda”.

Javier Bardem, el protagonista, vivió una transformación muy especial. Su carácter, el universo romántico a donde nos lleva este personaje de la mano con cada carta, cada palabra, la paciencia que tiene al amar a Fermina, en quien también se puede observar el pasar de los años. Mi querida Fernanda Montenegro hace el papel de la madre de Florentino, las palabras sobran ante tal monstruo de la actuación, no se impecable o no, pero que provoca ver las pocas escenas, sobre todo la última antes de morir. Allí es donde se demuestra que no hay papel pequeño… y el resto ya lo saben. Otro papel que me gustó mucho fue el de la chica que protagonizó María, Llena Eres de Gracia, Catalina Sandino. Para mí representa el tiempo transcurrido en contraste con su prima Fermina. Ambas envejecen cada una en su ámbito social y son dos maneras de ver el amor. Fermina es un poco esa felicidad establecida e inventada cuando estuvo casada con el Dr. Urbino (Benjamin Bratt, quien desde hoy gana mi eterno deseo de amor, pasión y admiración) y que luego se autentifica cuando por fin se queda con Floretino, el amor de la juventud. La prima Hildebranda es aquel amor luchado, imposible, es la vejez que si llega, que deforma cuerpo pero no la mente.

Por cuestiones de tiempo, la película no alcanza, y eso sí es cierto, a transmitir lo que en realidad García Márquez quiso de alguna manera, en su novela. Quizá por eso fue que al Sr. Gabo Premio Nobel no le agradó y dijo que solo le gustó Shakira. Es válido. Si el director hubiera querido hacer la película tal cual la novela, les juro que tendría una duración de dos días. Así que, pensándola como film, es difícil captar esa eternidad cuando el tiempo transcurre. Por ejemplo, cuando los protagonistas ya están en el barco, con la bandera negra que avisa cuarentena por cólera, parece un viaje hacia el infinito. Es la eternidad merecida por esperar 51 años o más a la espera para consumar su amor. Todos sabemos que la ultima toma en contrapicado del barco en el Rio Magdalena, es un final abierto que pregunta: ¿Ellos estarán allí hasta que se mueran? Nos dice que la muerte es un tránsito en un barco de un mar a otro… aunque no los vimos morir, pero es la mejor muerte que dos seres que se aman pueden tener.

Por último mi amiga Shakira. Es sin duda lo más hermoso de la película. Ahí le doy la razón al escritor, porque es lo que más resalta de ella (y toda la música en general). Claro, no es que salga ella en la película moviendo las caderas que no mienten, obviamente. Toda película que se respete y quiera llegar de alguna manera al eterno recuerdo debe tener ciertos iconos que la identifiquen. Y entre esos esta la música, y de este film la música es única, no solo porque la interpreta una costeña y paisana del escritor, sino que reúne el ritmo, la sensibilidad, que una historia así requiere y más una historia en la costa colombiana, nada mas eso te digo. Allí le doy veinte puntos al director y al que la compuso, puedo decir que las sensaciones al oír la música, unida con las imágenes, los paisajes y la historia son muy conmovedoras. La voz de la chica - que no es mi favorita entre tantas que prefiero antes que ella - me llevó a ese sitio y a esa época. Sufrí el amor, la eternidad de la espera y comprendí que la película en bloque es una joya, muy bonita, sencilla, sin grandes escenas, sin efectos especiales, sin diálogos rebuscados… Una película para verla y enamorarse por un segundo del amor, y válido echarse una lloradita, y por supuesto comprarse el cd del soundtrack.

Marginette Pulido está finalizando sus estudios de Arte en la Universidad Central de Venezuela, ha escrito y actuado obras de teatro presentadas en varios lugares de Caracas, es bailaora, y en el rato libre que le queda publica de cuando en vez historias cortas en sus dos blogs: Dramatisurbe y La Logia.

jueves, 20 de marzo de 2008

Jueves de Caricatura Clásica: Horton Empolla el Huevo


Ya en las carteleras de Caracas se anuncia la proyección de Horton y El Mundo de Los Quién, la adaptación del libro de cuentos clásico de la literatura gringa, escrito y dibujado por el genial Dr. Seuss, inventor de la mala caña navideña que es el El Grinch. Lo que pocos saben es que Horton ya había aparecido en otro cuento catorce años antes de la publicación de su encuentro con los diminutos Quién. Y lo que menos gente sabe aún es que el gran Bob Clampett dirigió una versión animada de este cuento como parte de los siempre eternos Looney Tunes. Aquí tienen el corto animado de 1942, mientras preparo mi reseña de la nueva película de Blue Sky Studios.

lunes, 10 de marzo de 2008

Sweeney Todd: El barbero medio afinado de la calle Fleet

Okey, yo se que el rencor es malo... que la venganza sólo trae más venganza y toda la cháchara moralista típica. Pero tienen que reconocer que les encanta cuando alguien recibe el castigo que merece, especialmente si proviene de las manos del agraviado. Todo ese dolor, todo ese sufrimiento, al fin encuentra un desahogo cuando vemos al enemigo humillado, herido o incluso más que eso. Negar que es así es negar la naturaleza humana misma.

Es por eso que existen tantas obras clásicas de la literatura, el teatro y el cine que se barnizan a si mismas con los temas de la revancha. El Conde de Montecristo, Los Miserables, Kill Bill... todos celebrados ejemplos de las más dulces venganzas. Justicia por mano propia, a la que se une la última hija bastarda de Tim Burton, Sweeney Todd: El barbero demoníaco de la calle Fleet.

A estas alturas ya muchos saben que esta no es sino la adaptación de un famoso musical de Broadway, una de esas piezas de teatro cantado que son parte del acervo cultural de Nueva York, estilo Cats. La verdad es que vi las fotos de uno de los montajes y no tiene nada que envidiarle a la estética de Burton, y todo eso sin presupuestos multimillonarios de por medio. El detalle que puede hacer la diferencia para saber si la versión cinematográfica es digerible o no es estar consciente de que toda la película es CANTADA por sus protagonistas, justo como en el teatro.

En mi opinión este es uno de esos trabajos donde la labor de dirección hacen de la película una joya visual. No me refiero sólo a la estética dark emo propia de Burton, sino a la maravilla de docenas de tomas que secuestran al espectador hacia las calles de la muy transtitada Londres de la era victoriana. Un logro que demuestra la versatilidad en términos técnicos de un director que ha hecho de todo, y que es de los pocos que uno reconoce con sólo diez segundos de una película suya. Solo por esto vale la pena gastarse el importe de la entrada.

Las metamorfosis de Johnny Depp sorprenden a cada paso de su carrera. El vampírico barbero no luce sino espeluznante cada vez que ejecuta uno de sus crímenes. No canta mal, además. Sin embargo, todavía me estoy preguntando qué hizo pensar a la Academia que ésta actuación valía la nominación al Oscar. Hay muchos mejores ejemplos de lo que Depp sabe hacer, y personalmente opino que Daniel Day-Lewis no tenía mucha competencia este año, siendo el tremendo actor que es. Creo que el rol de Sweeney Todd no exige mucho de fondo. Un tipo lleno de ira con ganas de venganza y ya. No digo que lo hiciera mal, ojo. Por el contrario, fue una excelente interpretación, pero en mi libro tampoco se hubiera ganado la estatuilla.

Helena Bonham Carter se ve exactamente igual a su papel de Bellatrix LeStrange en la saga de Harry Potter, cosa que me asombró menos cuando vi una foto de ella sin maquillaje, y me di cuenta de que es igualita a ambos personajes en la vida real. También canta bastante bien, y en mi opinión su inclusión fue acertadísima, porque supo darle al rol el exquisito toque de "estoy fregada hasta el cuello pero igual me lo tripeo" que la caracteriza.

El resto del elenco, pues en los papeles que mejor los han acomodado en el pasado. Destaca Alan Rickman en su sempiterno papel de villano con voz de metatrón, especialmente cuando elogia junto a Sweeney los dones de las mujeres en un curioso arreglo vocal. También es muy relevante el corto tiempo que Sacha Baron Cohen está en escena, puesto que yo siempre pensé que su acento como Ali G era genuino, y aquí comprobé que no era así. Ingenuo, ¿eh? Su barbero italiano y déspota con ínfulas de realeza es un elemento colorido en un escenario plagado por los grises.

Creo que definitivamente es difícil que yo sea fan de la comedia musical. Han habido experimentos que me han gustado, como Moulin Rouge y la extraordinaria El Otro Lado De La Cama, pero la música de Sweeney Todd es demasiado densa, en exceso intensa para mi gusto. Confieso que fue agotador verla. No diré que no me gustó porque no es cierto, pero prepárense para un revoltillo de sentimientos y notas en pantalla cuando la vayan a ver. Y eso sí: las historias de venganzas justicieras sobran, pero pocas se echan desde Hollywood con el sabor a zarzuela que Burton le imprimió a esta película.

Mi puntuación: Tres estrellas y media de cinco.

Si te gustó esta película, ya debes haber visto Moulin Rouge de Baz Luhrmann, Chicago de Rob Marshall, y no puedes esperar para alquilar El Otro Lado De La Cama de Emilio Martínez Lázaro.